Al contrario de lo que se pensaba antiguamente, numerosos animales superiores, como los delfines, chimpancés o los perros y gatos domesticos, realizan procesos mentales que se podrían calificar de inteligentes. Tales procesos, como el uso de herramientas en la resolución de problemas, la elaboración de mapas mentales y demás tareas cognitivas nos acercan a nuestros orígenes. Los animales superiores sienten avanzados estados emocionales, se comunican mediante sonidos y en algunos casos usan el pensamiento abstracto. Estos primitivos rasgos de inteligencia también se dieron en las tempranas fases de la evolución humana, y es probable que la elaboración de un lenguaje articulado sea el factor determinante que nos distanció del resto de las especies.
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